La superación de los sistemas pro-oxidantes por los antioxidantes favorece la instauración del estrés oxidativo, caracterizado por la producción exacervada de radicales libres (RL).

El estrés oxídativo se produce cuando la exposición a los radicales libres es mayor que lo que nuestras enzimas antioxidantes (superoxidodismutasa, catalasa y glutatión) son capaces de neutralizar, a la vez el consumo de antioxidantes en la alimentación es insuficiente para compensar ese equilibrio. La oxidación de los tejidos se conoce hoy en día que es una de las causas del envejecimiento prematuro, de ahí la importancia que tiene mantener el equilibrio entre los oxidantes y los antioxidantes. Es algo similar a lo que ocurre cuando una manzana se pela y se deja a la intemperie, o a un objeto de hierro expuesto al aire y a la humedad, ese cambio de color que se produce es debido a una reacción de oxidación. En nuestro organismo también ocurren reacciones similares siendo los ¨Radicales Libres¨ los responsables de tales cambios, por tanto ¨Conocer que es lo que nos oxida y que es lo que nos protege, puede ser la clave de vivir más y mejor¨.
Normalmente existe un equilibrio entre nuestra actividad oxidante y antioxidante, en esto influye la constitución genética, hay personas que producen mayor cantidad de enzimas antioxidantes, lo que le confiere una mayor protección frente a la oxidación, a esta capacidad se le llama el ¨Gen de Churchil¨, el cual teniendo todos los factores de riesgo vivió hasta los 92 años.

Después de haber leído esto nos surge una pregunta,

¿Que es un Radical Libre?

Es una especie química, en general es extremadamente inestable y, por tanto, con gran poder reactivo por poseer un electrón desapareado. Poseen existencia independiente aunque tengan vidas medias muy breves, por lo que se pueden sintetizar en el laboratorio, se pueden formar en la atmosfera por radiación, y también se forman en los organismos vivos (incluido el cuerpo humano) por el contacto con el oxígeno y actúan alterando las membranas celulares y atacando el material genético de las células, como el ADN.

Nuestro cuerpo está compuesto por moléculas o agrupaciones de átomos cuyos electrones están habitualmente emparejados, este emparejamiento da estabilidad electroquímica a las moléculas, si por algún motivo un electrón de un átomo o de una molécula queda libre, su inestabilidad le llevara a buscar otro para completar el par, (esto es un radical libre). Dado que los electrones no circulan solos por ahí los robara de otra molécula que a su vez se quedara con un electrón desapareado convirtiéndose así en otro radical libre y este a su vez tratara de buscar su electrón y así sucesivamente, si esto no se detiene termina lesionando la célula. Para evitar esta cadena de reacciones nuestro organismo dispone de un escudo enzimático (SOD, Catalasa, Glutation, Coenzima Q10..), que tiene la capacidad de neutralizar los radicales libres sin quedar oxidadas dichas células. El metabolismo normal de los nutrientes produce de forma continua una cierta cantidad de radicales, incluso el mismo organismo los utiliza en su lucha contra bacterias y virus, pero los antioxidantes internos evitan que estas sustancias nos oxiden y envejezcamos prematuramente.

Los radicales se producen en la respiración con la presencia de oxígeno que aunque es imprescindible para la vida celular de nuestro organismo, también induce la formación de éstas moléculas reactivas, que provocan a lo largo de la vida efectos negativos para la salud debido a su capacidad de alterar el ADN (los genes), las proteínas y los lípidos o grasas (“oxidación”). En nuestro cuerpo existen células que se renuevan continuamente como las células de la piel, del intestino, y el hígado, y otras sin capacidad de renovación como las neuronas. En el transcurso de los años, los radicales libres pueden producir una alteración genética sobre las células que se dividen continuamente contribuyendo a aumentar el riesgo de cáncer por mutaciones genéticas o bien, disminuyen la funcionalidad de las células que no se dividen tanto, disminuyendo el número de mitocondrias, que es característico del envejecimiento.

Nuestro organismo está luchando contra los radicales libres cada momento del día. El problema para nuestra salud se produce cuando nuestro organismo tiene que soportar un exceso de radiales libres durante años, producidos mayormente por contaminantes externos que penetran en nuestro organismo productos de la contaminación atmosférica, el humo del cigarrillo que contiene hidrocarburos aromáticos polinucleares, así como aldehídos que producen distintos tipos de radicales libres en nuestro organismo. El consumo de aceites vegetales hidrogenados tales como la margarina y el consumo de ácidos grasos trans. (AGT) como los de las grasas de la carne y de la leche también contribuye al aumento de los radicales libres.

Las situaciones que aumentan la producción de radicales libres son:
 La contaminación ambiental.
– El tabaquismo.
– Las dietas ricas en grasas.
– Exposición excesiva a las radiaciones solares.
– La ingesta de aceites “vegetales” que fueron refinados, ya que estos contienen radicales libres al ser sometidos a altas temperaturas.
– El estrés.
La protección que debemos tener para evitar el aumento de los radicales libres en nuestro organismo que aceleran la rapidez de envejecimiento y degeneración de las células de nuestro cuerpo es el consumo de antioxidantes naturales tales como el beta caroteno (pro-vitamina A) presentes en la zanahoria, mango, tomates, melón, melocotón, espinacas.
Vitamina E (tocoferol) es un antioxidante que mantiene la integridad de la membrana celular, protege la destrucción de la vitamina A, previene y disuelve los coágulos sanguíneos y retarda el envejecimiento celular. Se encuentra en muchas frutas y vegetales tales como: El aguacate, boniato, espárragos, espinacas, tomates, bróculi, moras y zanahorias.
La vitamina C (ácido ascórbico) es otro de los antioxidantes naturales que destruyen el exceso de radicales libres. Necesaria para producir colágeno, importante en el crecimiento y reparación de las células de los tejidos, encías, vasos, huesos y dientes, y para la metabolización de las grasas, por lo que se le atribuye el poder de reducir el colesterol. Investigaciones han demostrado que una alimentación rica en vitamina C ofrece una protección añadida contra todo tipo de cánceres. Además de la prevención del resfriado común y el fortalecimiento de las defensas del organismo. Las fuentes alimentarias de la vitamina C son: Grosellas, pimiento verde, kiwi, limón (todos los que están antes del limón tienen mayor contenido de vitamina C que éste y los que están después menor), fresas y coliflor, coles de bruselas, naranjas, tomates, nabo y melón.
El selenio actúa junto con la vitamina E como antioxidante, ayudando a nuestro metabolismo a luchar contra la acción de los radicales libres. Ayuda a protegernos contra el cáncer, además de mantener en buen estado las funciones hepáticas, cardíacas y reproductoras. Es el más tóxico de los minerales incluidos en nuestra dieta. La ingestión en dosis altas se manifiesta con pérdida de cabello, alteración de uñas y dientes, nauseas, vómito y aliento a leche agria.
Fuentes alimentarias del selenio: Carne, pescado, cereales integrales y productos lácteos. Las verduras dependerán de la tierra en la que se ha cultivado.
Los flavonoides son compuestos polifenólicos encontrados en las plantas como frutas y vegetales, que son excelentes antioxidantes. Comúnmente se encuentran también en el té (principalmente té verde) y en el vino.
En las frutas que fueron cosechadas hasta su maduración se encuentran gran cantidad de flavonoides, carotenoides, licopenes, zantinas, índoles y luteínas, todos con una potente acción antioxidante.
En resumen si queremos evitar el envejecimiento y las enfermedades causadas por el exceso no controlado de radicales libres en nuestro cuerpo, tenemos que llevar una vida sana, sin consumir cigarrillo(tabaco) y tener una dieta libre de grasas saturadas y ácidos grasos trans que puedan aumentar el colesterol malo y éste formar colesterol oxidado que contribuye a la arteriosclerosis.

Organos sensibles a la acción de los radicales libres y patologías asociadas.

Un radical libre puede afectar a cualquier tejido, capilares, terminaciones nerviosas, compuestos de colágeno y elastina, lípidos sanguíneos (LDL). Las membranas celulares tiene en su composición ácidos grasos poliinsaturados (omega 6, omega3), estos son los que le dan a la célula su flexibilidad, pero estas grasas son muy inestables y tiene una mayor propensión a oxidarse que las monoinsaturadas (aceite oliva) o a las saturadas, son por tanto muy sensibles a la acción de los radicales libres, además de las membranas celulares pueden afectarse partes del citoplasma, e incluso el ADN, provocando errores genéticos cuando la célula se reproduce, incrementando el riesgo de desencadenar un cáncer.

Órganos especialmente sensibles.
Cerebro, ya que en su estructura incluye una cantidad importante de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, en enfermedades como el Alzehimer y la demencia senil se produce un deterioro acelerado de la estructura cerebral.

Sistema cardiovascular, La formación de una placa de ateroma, suele iniciarse con una lesión en la arteria, una de las causas por la que se produce esta lesión es mediante la oxidación del colesterol malo (LDL). Los radicales libres también afectan los capilares.
Articulaciones, las lesiones en la elastina y el colágeno favorecen los procesos de desgaste de las articulaciones.
Piel, cuando se afecta el colágeno se acelera el envejecimiento de la piel.
Vista, la retina está compuesta por una gran cantidad de ácidos grasos poliinsaturados omega 3, lo que la hace muy sensible a la carga oxidante.